30 julio, 2017

¿Por qué Venezuela? - Andrés Piqueras



28 Jul 2017

¿Por qué a Albert Rivera, a Rafael Antonio Hernando, a la jerarquía del PSOE y al conjunto de los medios de difusión masiva de España les preocupa tanto Venezuela?

¿Por qué no les preocupan los líderes sociales, campesinos, indígenas, que son asesinados todas las semanas en Honduras, tras el golpe de Estado que dieron allí y que España legitimó? 

¿Por qué no les incumbe la violación sistemática de los derechos humanos que ocurre en Guatemala, Colombia, Perú, Paraguay (otro golpe de Estado mediante) o Panamá? 

¿Por qué ni al señor Rivera, ni al señor Hernando ni a Pedro Sánchez les preocupa la salvajización social que lleva a cabo el Estado mexicano, incompatible con cualquier viso de democracia? 

¿Por qué tampoco ni les hace pestañear el deterioro brutal de las condiciones de vida en Brasil y Argentina, tras los “golpes blandos” efectuados contra sus democracias?

En Chile hay decenas de presos políticos mapuches. En muchos países del mundo las cárceles están llenas de presos políticos (en otros lugares, como varios de los nombrados, no hay tantos presos políticos porque a los activistas sociales, a los disidentes, se les mata directamente). Pero a nuestra brutal elite política sólo le interesa uno: Leopoldo López. Una persona que en España estaría encausada incluso antes de la “Ley Mordaza” por incitar a la rebelión, a la sedición y al levantamiento militar contra el orden establecido. Y que, a diferencia de lo que podría hacer aquí, sigue lanzando mensajes de rebelión, sedición y levantamiento militar desde su arresto domiciliario (¡curiosa dictadura que permite eso!).

Venezuela es un país extraño, ha padecido históricamente un capitalismo parasitario y rentista, sostenido sobre un solo producto de exportación primario que impregnó todo el entramado social e institucional, conformando un Estado-petrolero proverbial, de esencia clientelar. Generó, en consecuencia, una población alienada en torno a la renta de aquel producto y sus actividades derivadas, así como una estructura económica ultradeformada, con una evolución anómala de las fuerzas productivas y de las consiguientes relaciones sociales de producción.

La herencia de esta economía no productiva ha sido una muy alta exclusión social, desempleo y pobreza extrema para grandes capas de la población. Pero entonces sus gobernantes eran “demócratas”, bien tratados por nuestros medios de destrucción cerebral masiva (también llamados “de comunicación”), y Carlos Andrés Pérez, que mató a su población a discreción, era amigo íntimo de Felipe González, el mismo que hoy llama veladamente al alzamiento militar contra Maduro.

Venezuela ha celebrado 19 elecciones en los últimos 15 años, con el sistema de recuento electoral “más avanzado del mundo”, según la Fundación Jimmy Carter.

La oposición, conocida como “escuálida” en Venezuela a tenor de sus 11 severas derrotas electorales seguidas, desde 1998 hasta el referéndum de diciembre de 2007, se apoya por supuesto en Estados Unidos y en el conjunto de instituciones y países capitalistas centrales, que tienen especial interés en destruir (una vez más) el proyecto bolivariano no sólo en Venezuela sino obviamente en el conjunto de América Latina. Entre sus fuerzas cuenta, ¿cómo no?, con el fervoroso apoyo de la neo-socialdemocracia internacional, y muy en concreto de la española, con palmarios y sustanciosos intereses en el país. También tiene de su parte la llamada “guerra de cuarta generación”, por la que medios de difusión nacionales e internacionales (entre los que ocupa un destacado papel el Grupo Prisa) se muestran en continua y ultra-agresiva campaña en contra de un gobierno legítimo que ha osado desafiar parcialmente los aparentemente intocables principios de la acumulación capitalista.

En conjunto, la estrategia opositora no por burda y manida es menos peligrosa. Se puede resumir como sigue. 
etapa: de ablandamiento empleando la guerra de 4ª generación (Operación desencanto). Desarrollo de matrices de opinión centradas en déficit reales o potenciales del proceso de transformación. Cabalgamiento de los conflictos y promoción del descontento. Promoción de factores de malestar, entre los que destacan: desabastecimiento, criminalidad, fuga de capital y manipulación del dólar paralelo, paro de transporte, parálisis de servicios esenciales. 
etapa: de deslegitimación. Impulso de campañas publicitarias en defensa de la “libertad de prensa”, “derechos humanos” y “libertades públicas”. Acusaciones de totalitarismo y pensamiento único. Fractura ético-política. 
etapa: de calentamiento de la calle. Fomento de la movilización de calle con amplios medios proporcionados por EE.UU. y la UE, entre otros. Elaboración de una plataforma de lucha que globalice las demandas políticas y sociales. Generalización de todo tipo de protestas, resaltando fallas y errores gubernamentales que han sido provocados por la propia guerra económica y social opositora. Organización de manifestaciones, trancas y tomas que radicalicen la confrontación, incluyendo asesinatos selectivos como ya ha ocurrido. 
etapa: de combinación de diversas formas de agresión (pacificas, violentas y armadas), acciones de calle y operaciones encubiertas. Organización de marchas y tomas de instituciones emblemáticas, con el objeto de coparlas y convertirlas en plataforma publicitaria. Desarrollo de operaciones de guerra psicológica y acciones armadas (con el invaluable apoyo de paramilitares colombianos) para justificar medidas represivas y crear un clima de ingobernabilidad. Impulso de campaña de rumores entre fuerzas militares y tratar de desmoralizar los organismos de seguridad. 
etapa: de fractura institucional. Sobre la base de las acciones callejeras, tomas de instituciones y pronunciamiento militares, se obliga a la renuncia del presidente. En caso de fracaso, se mantiene la presión de calle y se vira hacia la resistencia insurreccional. Preparación del terreno para una intervención militar extranjera o el desarrollo de una guerra civil prolongada. Promoción del aislamiento internacional y el cerco económico al país.

Si la oposición venezolana tiene mayoría en el Parlamento hoy es porque ganaron las últimas elecciones legislativas. Pero no fueron elecciones presidenciales. Por eso sigue Maduro. Y lo que éste quiere llevar a cabo es un referéndum para hacer un nuevo proceso constituyente que avance en los logros democráticos del proceso bolivariano. Se podrá estar de acuerdo o no con la oportunidad del mismo, pero se trata sólo de votar.

Si tan segura está la oposición de sí misma, ¿por qué le tiene miedo a votar?

Cuando se tocan los privilegios y dispositivos de poder de la burguesía nacional y transnacional, por poco que sea, te conviertes en una malvada dictadura. No importa las elecciones que hagas. Todos los señores Rivera, Hernando y González del mundo te atacarán, mientras se dan abrazos con quienes de verdad destrozan sociedades (y mientras a menudo las versiones progres de nuestra política miran para otro lado cuando les preguntan por Venezuela, porque no se atreven a defender ni sus logros ni su importantísimo papel en la integración latinoamericana y en las luchas de los pueblos).

¿Qué haríamos aquí si alguien llamara a desconocer al gobierno salido de las urnas, a preparar un levantamiento social, a incitar al ejército a sublevarse? Fíjense la que está montando el Gobierno español sólo porque el Gobierno catalán ha llamado también a otra consulta popular. ¡Vivan los demócratas!

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Los agentes de la intervención gringa contra Venezuela

21/7/2017

Tanto la llamada Cámara de Representantes como el Senado estadounidense, que juntos conforman el Congreso de los Estados Unidos, últimamente se ha encargado de tomar la ofensiva contra Venezuela, no por convicción democrática sino por financiamiento e intereses de poderosos terceros. Algunos políticos legisladores tienen a la Revolución Bolivariana en la mira. ¿Pero quiénes son?

Ambas cámaras del Congreso gringo están presididas por políticos republicanos, cuyos operadores suelen ser financiados por las grandes petroleras estadounidenses y además han conservado una dura línea de ataque e injerencia contra países cuyos gobiernos no se alinean con el establishment de los EEUU. El apoyo republicano a la Contra nicaragüense en la década de 1980 es un ejemplo aún fresco de esta agresividad que tiene detrás la política de las corporaciones.

Una de esas corporaciones energéticas, ExxonMobil, parte del legado Rockefeller, ha contribuido notablemente al financiamiento de las carreras legisladoras de muchos republicanos que han visto en el Congreso una oportunidad tanto para desplegarse políticamente como para beneficiar a la compañía que tanto los apoya.

Sin embargo, no sólo petroleras sino también bancos e individuos inmensamente adinerados están detrás de la ofensiva, esta vez contra Venezuela, que encabezan los siguientes agentes de la intervención.

Marco Rubio
Es el caso de este descendiente de cubanos y senador por Florida, donde los cubanos hermanos Castro son tan demonizados como influyentes los israelíes sionistas en las políticas que promueven los representantes de este estado.
Como se ha demostrado en este portal, Marco Rubio es un político financiado por ExxonMobil y tiene familiares vinculados con el narcotráfico transnacional, incluyendo su hermana que estuvo involucrada en un escándalo relacionado a una operación antidrogas en 1987.

De hecho, según The Washington Post, un medio no precisamente favorable mediáticamente a Venezuela, Rubio ayudó desde el Senado a la liberación de familiares implicados en redes traficantes de cocaína de Miami. Para este senador el tráfico de influencias es válido si es en favor de renombrados criminales en EEUU.

Además, Rubio no sólo representa al lobby petrolero de ExxonMobil en el Congreso gringo, sino también a la banca de Wall Street con Goldman Sachs y otros billionarios como principales "donantes" para su carrera política.

Ileana Ros-Lehtinen
El diario estadounidense The Daily Beast hizo pública la noticia de que Ileana Ros, también hija inmigrantes latinos como Rubio, recibió 23 mil dólares para su última campaña electoral de la mano de los banqueros prófugos de la justicia ecuatoriana, William y Roberto Isaías. De hecho, mediante cartas divulgadas por el mencionado periódico, pidió la residencia en los EEUU de estos hermanos que fueron condenados en ausencia por malversación de fondos en Ecuador hace más de una década.

También protegió a terroristas cubanos como Orlando Bosch Ávila, junto con Luis Posada Carriles autor de la voladura de un avión cubano en la que murieron 73 personas en 1976 y muy amigo de su padre Enrique Ros; y al venezolano José Colina, quien fue autor de la colocación de bombas en el edificio Caracas Teleport y en las embajadas de España y Colombia en 2003.

El apoyo de Ros-Lehtinen a Colina ha sido notorio, sobre todo por sus arengas en foros de Venezolanos Presos Políticos en el Exilio (Veppex), organización liderada por el terrorista venezolano, en favor del derrocamiento del Gobierno Bolivariano.

Ileana Ros es representante de Florida ante la Cámara de Representantes, y mantiene una fuerte alianza con el lobby israelí en EEUU, encargado de financiarla.

Robert Menendez
También conocido en los EEUU como Bob Menendez, quien es senador demócrata por Nueva Jersey, estuvo estuvo implicado en un escándalo sexual con prostitutas menores de edad en República Dominicana según el FBI.

A su vez, Menendez fue imputado por corrupción en 2015 por malversación de fondos públicos, y cuya apelación ha sido rechazada por tribunales de EEUU.

A pesar de su prontuario, hecho público, recibe dinero para su carrera política de influyentes corporaciones de alimentos, farmacéuticas y financieras. Y como Ileana Ros, también ha participado en foros anticubanos y antivenezolanos en Miami.

Mario Díaz-Balart
Tiene entre sus principales financistas a corporaciones mediáticas, financieras y militares, como Lokheed Martin. Lo que no parece extraño que llame con tambores de la guerra.

Es republicano y legisla en nombre del estado de Florida en la Cámara de Representantes. Otro hijo de cubanos radicados en EEUU, ha sido asociado a la llamada "gusanera de Miami", por lo que ha promocionado agresivas sanciones contra Cuba y es un protector de inmigrantes criminales.

Fue implicado en 2008 en casos de corrupción por legislar a favor de una compañía de prótesis llamada Hanger Orthopedic Group y por recibir dinero de una firma mafiosa de bebidas alcohólicas de nombre Bacardí.

Ed Royce
Miembro republicano de la Cámara de Representantes por California y Presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de EEUU. Desde allí ha promovido sanciones contra Rusia, Irán y Venezuela.
También es financiado por ExxonMobil, corporaciones de alimentos y Bank of America, entre otros.

Bob Corker
Es el jefe republicano de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado gringo. Además se encuentra entre los funcionarios públicos más ricos de EEUU con una cartera aproximada de 50 millones de dólares.

También forma parte del lobby israelí, por lo que ha buscado no sólo atacar a Venezuela sino asimismo a Irán mediante sanciones y el abierto sabotaje a los acuerdos nucleares de los EEUU con el país persa.

Sin olvidar que los principales contribuyentes de Corker, sin importar su abultada cuenta bancaria, son Goldman Sachs y JP Morgan Chase, un banco ligado a la ExxonMobil.

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Enlaces relacionados:

28 julio, 2017

¿Quién teme a la Constituyente venezolana? – Ángeles Diez




El miedo de las élites europeas a los procesos constituyentes tiene mucho de terapia preventiva
Mariano Rajoy teme a la Constituyente venezolana. Felipe González y Jose María Aznar, Albert Rivera y Pedro Sánchez, hasta el calculador Pablo Iglesias temen a la Constituyente. La oposición golpista venezolana y Donald Trump temen a la constituyente. Los empresarios venezolanos que especulan con la comida del pueblo, las hordas de jóvenes desclasados y bien pertrechados que queman a chavistas, los intelectuales orgánicos, los que callan, los que otorgan, los paraperiodistas que no paran de disparar a las audiencias europeas. Todos sienten que se les acaba el tiempo para torcer el brazo a la revolución bolivariana.
Hay muchos y distintos tipos de miedos que atraviesan el ámbito de la política. El miedo a un proceso constituyente es parecido al miedo que históricamente ha aterrorizado a las oligarquías cuando avizoran una posibilidad revolucionaria por pequeña que esta sea. A veces, es un miedo irracional pues hay pueblos sumisos y doblados por el talón de hierro capitalista que no guardan rescoldo alguno de rebelión. Pero eso no importa ni al horondo y clásico burgués, ni al joven tiburón especulador. Si hay una remota posibilidad de que ese pueblo despierte ahí estarán, la amenaza terrorista, las leyes mordaza, el caos tercermundista y la crisis económica que todo lo explica. El miedo de las élites europeas a los procesos constituyentes tiene mucho de terapia preventiva, es un “por si acaso mejor prevenir que curar”.
El miedo del imperialismo estadounidense es otro tipo de miedo. Es el histórico miedo del esclavista a que los esclavos dejen de cultivar la tierra y se liberen, es el miedo del colono a un ataque de los indios sobrevivientes. Es el miedo a que los asesinados, los desaparecidos, los torturados y los saqueados latinoamericanos reclamen justicia. A que el retrato del imperialista salga a la luz y se vea nítidamente y sin máscara su democracia realmente existente. Donald Trump y antes Barak Obama temen que América Latina deje de ser un patio trasero donde hacer ricos negocios que oxigenen la economía estadounidense.
El miedo español es un miedo neofranquista y tiene su origen en una Constitución sin Asamblea Constituyente. La historia de nuestra Constitución es la historia de un apaño, de una componenda entre las élites franquistas y las nuevas élites socialistas y nacionalistas, ambas conectadas por finos hilos geoestratégicos a los intereses estadounidenses.
No hubo pueblo español, ni vasco, ni catalán, ni siquiera franquista que participara en la elaboración de la Constitución española de 1978. Las elecciones del 15 de abril de 1977 no fueron para elegir a una cámara constituyente que elaborara ninguna constitución. Fue la Ley de Reforma Política (15 diciembre de 1976), aprobada por las Cortes Franquistas la que sentaba las bases para elegir a unos parlamentarios que a su vez designaran una Comisión de Asuntos Constitucionales compuesta por sólo 7 miembros repartidos entre comisionados de probado curriculum franquista como el ministro de Información y turismo Manuel Fraga Iribarne o Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, letrado del Consejo de Estado y Secretario General técnico del ministerio de Justicia; y comisionados vinculados al emergente y ambicioso PSOE como el abogado Gregorio Peces-Barba o Jordi Solé Turá. Después, sólo después de que la lápida del consenso enterrara la esperanza de recuperar la democracia republicana se hizo un referéndum legitimador.
Para la reforma constitucional del 2011 tampoco hubo necesidad de preguntar al pueblo, y eso que el artículo a reformar, el 135, era nada menos que aquel que obliga a cualquier gobierno, sea del signo que sea a priorizar el pago de la deuda antes que cualquier otro gasto del Estado, primero la bolsa y luego la vida. Quince días para maniatar al próximo gobierno y ni siquiera un referéndum de ratificación ¿Por qué había de opinar el pueblo si ya opinan sus representantes? ¿Por qué preguntar si las respuestas venían dadas desde la troika europea?
¿A qué se debe que las Constituciones den tanto miedo y los procesos constituyentes mucho más?
La Constitución es la regla básica que fundamenta y ampara el sistema jurídico de un país así como el funcionamiento de las instituciones y poderes de un Estado. Se suele decir que es la ley de leyes. Las constituciones establecen los marcos jurídicos pero a su vez éstos implican una redefinición del Estado y de la fuente de la soberanía. Cuando son el resultado de procesos constituyentes suponen la incorporación de los ciudadanos a la discusión, elaboración y ratificación de la constitución, caso que se dio en Venezuela en 1999, estamos hablando de procesos en los que hay una ratificación popular del contrato social en la que los ciudadanos establecen y aprueban los instrumentos concretos para el ejercicio del poder del Estado y sus instituciones. Es algo así como si los ciudadanos participaran en la elaboración de los instrumentos que puede utilizar el Estado para gobernar y al mismo tiempo dijeran qué herramientas no pueden ser utilizadas.
Las constituciones otorgan poder al Estado pero también limitan el ejercicio de ese poder.
Las clases populares, siendo la fuente de poder en el proceso Venezolano, se convirtieron también en 1999 en fuente de derecho pues no se limitaron solo a votar una constitución previamente elaborada por juristas o comisionados no electos, sino que participaron activamente en la elección de los encargados de elaborar el articulado de la Constitución y también en discutir y debatir sobre las propuestas que éstos realizaban.
Cada Constitución, dice el constitucionalista Roberto Gargarella, trata de responder a uno o varios problemas. O lo que es igual, trata de remediar algún mal. Gargarella nos dice: “las Constituciones nacen habitualmente en momentos de crisis, con el objeto de resolver algún drama político-social fundamental” (1)
La Constitución de 1999 en Venezuela vino a resolver tres problemas básicos: la incorporación de los sectores populares a las tareas de gobierno, es decir, convertir a estos sectores en sujetos políticos protagónicos, en segundo lugar, recuperar la soberanía sobre los recursos naturales (especialmente el petróleo), y en tercer lugar, resolver el drama de la desigualdad social.
La movilización social, el cambio de correlación de fuerzas y la acumulación de poder social fueron el punto de partida de las nuevas Constituciones latinoamericanas tanto en Venezuela como el Ecuador o en Bolivia; y también la crisis del modelo de acumulación capitalista en estos países.
Pero esa recuperación de la soberanía popular que significó la Constitución de 1999 sólo podía estabilizarse con la mejora de las condiciones de vida al tiempo que se desarrollaba una cultura política de participación real y efectiva. Ambos procesos, mejora económica y participación política, son los que han dado y dan legitimidad al gobierno bolivariano. Son las bases del poder popular que derrocó al golpe contra el gobierno bolivariano en el 2002.
Dieciocho años después de esa Constitución, ha habido 24 procesos electorales, se ha avanzado en casi todos los indicadores sociales (educación, desarrollo, vivienda, salud…), como demuestran los datos de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) de Naciones Unidas. Pero el contexto nacional e internacional han cambiado. A pesar del avance en cultura democrática y participación –o precisamente por ello-, el gobierno de Nicolás Maduro perdió la mayoría de la Asamblea Nacional que ahora se encuentra en manos de la llamada “oposición venezolana” –un conglomerado de más de 20 partidos unidos sólo por el odio al gobierno bolivariano(2), una Asamblea que además sesiona en desacato.
La llamada oposición y las oligarquías empresariales han emprendido una hoja de ruta que, como en la Chile de Allende, trata de reventar la economía (inflación inducida, embargo comercial encubierto, bloqueo financiero internacional), someter por hambre a las clases populares (boicot en el suministro de bienes de primera necesidad, desabastecimiento programado), bloquear las instituciones, tomar las calles con la violencia extrema, crear un gobierno paralelo y finalmente, si no se derroca al gobierno bolivariano ni se quiebra al ejército bolivariano, habrá creado las mejores condiciones para una intervención humanitariamente armada.
Tal vez no a través de la IV Flota estadounidense, próxima a las costas venezolanas, pero como declaró hace apenas unos días Michael Richard Pompeo, director de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA), se trabaja con los gobiernos de Colombia y México para evaluar las maniobras necesarias para lograr un cambio de gobierno en Venezuela(3).
Internacionalmente la región latinoamericana ha sufrido un retroceso provocado por la derrota del gobierno progresista de Cristina Kirchner, los golpes parlamentarios en Brasil (2016) y Paraguay (2012), precedidos por los Golpes de Estado de Haití (2004) y Honduras (2009). La integración regional se ha ralentizado por los Estados más afines a Estados Unidos como Colombia o México. La OEA (Organización de Estados Americanos) vuelve a ser esa organización internacional instrumentalizada por el imperio contra los gobiernos latinoamericanos díscolos.
También a escala global el imperio estadounidense y sus aliados tienen sobre sus cabezas la espada de Damocles de una crisis económica que sólo resuelven aumentando la presión y la desposesión de sus poblaciones (saqueo de lo público, austeridad, recortes, precarización…) Deben llevar la guerra a cualquier parte del mundo donde haya algo que saquear, recuperar cuotas de influencia frente a Rusia o China y disciplinar a sus propias poblaciones, se hace urgente y necesario. Así, apoyar a las llamadas oposiciones, moderadas, armadas o de colores es la única política internacional realista para las necesidades imperiales.
Ante este nuevo contexto nacional e internacional, el Poder electoral venezolano, a propuesta del Presidente de acuerdo con el artículo 348 de la Constitución, ha convocado elecciones para una Asamblea Nacional Constituyente el 30 de julio. No hay constitución que aguante tamaña embestida.
Cada venezolano podrá votar una vez territorialmente y una vez por el sector y subsector que le corresponda. Los comisionados electos tendrán que reformar la Constitución de 1999 para tratar de resolver esta vez los siguientes graves y nuevos problemas que se resumen en 9 temas propuestos para la reforma:
1) Constitucionalizar las Misiones (salud, vivienda, educación…) creando un sistema público que garantice por ley los avances sociales,
2) dotar de instrumentos más eficaces para defender la soberanía nacional y el rechazo al intervencionismo,
3) constitucionalizar las comunas y consejos comunales para hacer de la participación un requisito democrático,
4) crear instrumentos jurídicos y penitenciarios para luchar contra la impunidad, el terrorismo y el narcotráfico,
5) caminar hacia un sistema económico menos dependiente del petróleo,
6) luchar contra el cambio climático y el calentamiento global,
7) favorecer los procesos de paz, reafirmar la justicia y aislamiento de los violentos,
8) desarrollar los derechos y deberes sociales,
9) una nueva espiritualidad cultural y venezolanidad, garantizar el carácter pluricultural y la identidad cultural.
El miedo a la constituyente venezolana se ha convertido en pánico en las pantallas.
Los paraperiodistas dan diariamente el parte de guerra: 80, 90, 100 muertos, 20, 30, 40 heridos. ¿Quiénes eran, a manos de quién estaban en la manifestación?, –detalles irrelevantes; huelga general 70%, 90% de seguimiento –¿quién da esas cifras? ¿están comprobadas? –detalle irrelevante–; nueva manifestación que es reprimida violentamente; ¿por qué es reprimida? ¿en qué consiste la represión de la policía si solo vemos manifestantes tapados que arrojan cócteles y disparan morteros? – detalles irrelevantes.
Qué extraña “dictadura” la venezolana, donde los periodistas nacionales e internacionales campan a sus anchas por las calles grabando la “represión policial”. Paraperiodistas que solo beben de las fuentes de la oposición, que no desaprovechan la oportunidad de disfrazarse de reporteros de guerra, que nunca entrevistan al pueblo bolivariano, que repiten cual papagayos las consignas de la llamada “oposición”.
Todo vale en la propaganda de guerra, quien paga manda. El paraperiodista está siempre del lado correcto, el del empresario, el del gobierno si es un medio nacional, como televisión española, y si el gobierno español se ha pronunciado declarando enemigo al gobierno venezolano, pues ellos están ahí sirviendo a la patria
Los paraperiodistas españoles tienen un serio entrenamiento: descubrieron armas de destrucción masiva en Iraq, nos convencieron de que para quitar el burka a las afganas había que facilitar a USA la intervención, justificaron el bombardeo de la OTAN en Yugoslavia, el asesinato de Gadafi, el golpe de Estado del 2002 en Venezuela, han apoyado a la más que moderada, moderadísima oposición siria, en fin, una probada fidelidad a las Agencias de información y a las orientaciones imperiales. Lástima que según un informe de la Universidad de Oxford de 2015 de los 11 países consultados en Europa los medios de comunicación españoles son los menos creíbles y los segundos menos creíbles de los 12 países estudiados a nivel mundial.
Sin embargo, hay quienes no temen a la Constituyente venezolana, es más, hay quienes la defienden incluso a riesgo de su vida. Es el pueblo venezolano, son las clases populares que no se han dejado engañar ni amedrentar. Es el pueblo que rinde homenaje a la memoria de su comandante que les colocó en la historia. Son los que recibieron educación, libros gratis, vivienda, salud,… No temen a la constituyente los líderes barriales, los obreros, los dirigentes, miles de venezolanos que se postulan para servir a su pueblo.
Nadie que conozca la historia reciente de Venezuela, nadie que conozca los planes imperiales, nadie que haya soñado alguna vez con que en su país le hubieran dejado participar en un proceso constituyente, puede temer a la Constituyente venezolana.

Ángeles Diez es Doctora en CC. Políticas y Sociología, profesora de la Universidad Complutense de Madrid.

Notas:
1 Gargarela R., El nuevo constitucionalismo latinoamericano: Promesas e interrogantes; CONICET/CMI
2 Composición de la Oposición Venezolana, MUD, compuesta por 19 partidos, originariamente por 31
3 CIA, Colombia y México quieren derrocar a Maduro: canciller de Venezuela, http://www.elespectador.com/noticias/el-mundo/cia-colombia-y-mexico-quieren-derrocar-maduro-canciller-de-venezuela-articulo-704678
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http://www.investigaction.net/es/quien-teme-a-la-constituyente-venezolana/
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Nos envía Empe este oportuno recordatorio que complementa y respalda el artículo de Ángeles Diez y cuya lectura aconsejo. Gracias, compañera:



27 julio, 2017

En resumidas cuentas...




"De entre los muchos residuos y subproductos tóxicos que se generan con la aceleración entrópica del capitalismo, uno de los peores es la propaganda, que tiene el poder de intoxicar mentes y nublar el entendimiento delante de verdades simples. Por ese motivo, por culpa del fuerte y persistente efecto de la propaganda, se ven los intentos de vivir dentro de los límites biofísicos que nos marca el planeta y de reducir nuestra tasa entrópica a un mínimo razonable como actitudes infantiles, bienintencionadas pero poco maduras, cuando no reaccionarias (como a veces se ataca desde ciertos sectores de la izquierda a las propuestas decrecentistas). Entre tanto, el capitalismo juega a una especie de Pac-Man macabro, buscando maximizar el número de puntos -las unidades monetarias con las que cuantifica su "éxito", aunque éstas no tengan ningún valor intrínseco- sin darse cuenta de que a la larga, forzosamente, será destruido por los fantasmas de la entropía."

Cita extraída de 'Siervos de Entropía' (cuya lectura recomiendo) en el blog The Oil Crash, vía Esencial o menos. 

25 julio, 2017

Venezuela, los aprendices tropicales de Isis - Luis Hernández Navarro


Carlos Eduardo Ramírez salió a buscar empleo el jueves 18 de mayo. Alrededor de las 3 de la tarde caminaba por una de las calles cercanas a la estación del Metro de Altamira, en Caracas, cuando un grupo de unos 20 opositores al gobierno encapuchados lo abordó. De inmediato comenzaron a golpearlo con palos y piedras. Uno llevaba una pistola. ¡Mátalo, mátalo, mátalo! ¡Se tiene que morir ese chavista!, le gritaron.

Carlos Ramírez les gritó: ¡Yo no soy chavista, yo no soy chavista! ¿Por qué me van a matar? ¡Déjenme vivir que quiero ver a mi hija! Los enmascarados le echaron gasolina encima y le prendieron candela. Él comenzó a saltar, a correr, a gritar y se tiró al piso para sofocar las llamas. La policía municipal de Chacao (municipio en manos de la oposición) no hizo nada para evitarlo. Sólo lo auxiliaron los bomberos (https://goo.gl/tDTB7A).

Carlos fue la primera persona a quien los pacíficos opositores venezolanos le prendieron fuego por ser chavista. Afortunadamente vivió para contarlo. Sin embargo, Orlando José Figueras, de 21 años, no pudo decir lo mismo. El 20 de mayo, en Altamira, fue salvajemente golpeado, apuñalado y quemado por los aprendices tropicales de Isis por ser ladrón y madurista (https://goo.gl/krpfcu). No pudo sobrevivir.

Desde entonces, los enemigos de la revolución bolivariana no han parado de quemar a seres humanos por el delito de ser chavistas. Los fanáticos le han prendido fuego a 19 personas, en su inmensa mayoría negros, pobres o funcionarios gubernamentales.

Pero, su vocación piromaniaca no termina ahí. Han incendiado alimentos (más de 50 toneladas en el estado Anzoátegui, donde, según Marco Teruggi, acompañaron la lumbre con tres pintadas: chavistas malditos, no más hambre, y viva Leopoldo); urnas fúnebres del cementerio de Guaicaipuro; banderas cubanas; la estatua de Hugo Chávez; la Dirección Ejecutiva de la Magistratura (DEM) del Tribunal Supremo de Venezuela en Chacao; la sede del Ministerio de Vivienda; el Instituto Nacional de Nutrición; comisarías y una larga lista de edificios públicos.

La pedagogía del fuego opositor forma parte de su apuesta insurreccional. Su conversión en la versión sudamericana del Ku Kux Klan (no es casualidad que muchas de sus víctimas sean afrodescendientes) es parte de su fracaso para ganar base social en los sectores más humildes. Como la guerra económica, el bloqueo de calles y avenidas en los barrios de clase media, el despliegue de formas de lucha de guerrilla urbana y la campaña mediática que desplegaron no han provocado ni la fractura del Ejército ni la deserción popular de la causa chavista, la oposición recurre ahora al terror. Busca que el miedo paralice a quienes se le oponen. Pretende desgastar la resistencia popular.

No es novedad. La derecha latinomericana tiene una larga tradición terrorista. No hay pueblo en el continente que no la haya sufrido. Sin embargo, la oposición venezolana la ha innovado y superado con creces. Sus asesores han aprendido de Isis. Hacer que las llamas devoren a seres humanos es una de las cartas que han puesto sobre la mesa para provocar pánico. Sin embargo, quemar vivas a las personas es una bestialidad que muchos medios de comunicación y grupos defensores de derechos humanos han decidido ignorar y silenciar.

A pesar de que los grupos de choque opositores recurrentemente hacen uso de la violencia contra la población pobre, la prensa internacional los describe como pacíficos, libertarios, “cool” y hasta sexis”. Y, aunque los comandos que ejecutan la violencia callejera están integrados por paramilitares colombianos, lúmpenes pagados, bandas de delincuentes y grupos de choque con entrenamiento en guerra irregular, se les presenta como jóvenes idealistas que luchan contra la dictadura castrocomunista durante el día y luego van a reventarse de noche; que combinan las máscaras antigases en las barricadas con los vestidos de moda y los tragos exóticos cuando el sol se oculta (véase, por ejemplo, https://goo.gl/djHLgQ y https://goo.gl/LY8w3z).

Esta campaña de desinformación sobre lo que sucede en Venezuela ha alcanzado niveles grotescos. Durante meses, Lilian Tintori aseguró que se su esposo, Leopoldo López, estaba siendo torturado en prisión. Incluso se dijo que había fallecido. Multitud de medios dieron por buena esta versión sin corroborarla. Sin embargo, cuando el pasado 8 de julio López pasó a prisión domiciliaria, parecía más un instructor de fisioculturismo que un reo martirizado.

Hasta el momento, la intentona golpista de la oposición venezolana ha provocado 105 muertos. De ellos, 29 fueron víctimas directas de los mismos manifestantes. Por ejemplo, cuatro perecieron cuando les estallaron en las manos los explosivos que pensaban utilizar contra otros. Fallecieron durante saqueos y un incendio dentro de un almacén provocado por los asaltantes, 14 personas. Otros 14 decesos fueron obra de autoridades del Estado, procesados en su mayoría judicialmente. Los 44 restantes están bajo investigación (https://goo.gl/VCqv97).

A corto plazo, la oposición venezolana está empeñada en hacer fracasar la votación para nombrar la Asamblea Nacional Constituyente el próximo 30 de julio. Pero, más allá de este propósito, aspira a formar un gobierno paralelo, que, aunque sea testimonial (y esté incapacitado para ejercer el poder real), pueda obtener el apoyo de Estados Unidos, y abra la puerta a una invasión extranjera. Los aprendices tropicales de Isis van con todo, incluyendo prender fuego a los venezolanos negros y pobres, a los que no perdonan la osadía de haberse hecho dueños de su propio destino.


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Grupos violentos incendiaron 40 toneladas de alimentos en Anzoátegui:

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Lo que está en juego - Carlos Raimundi

“El colonialismo ideológico siempre acompaña al colonialismo económico y la liberación económica no es posible sin la liberación ideológica”, Rodolfo Puiggrós.

En los años 70, plena Guerra Fría, excepto Cuba toda América Latina estaba en el área de influencia de EE UU. En teoría, era el bloque que defendía la democracia y la libertad, y no obstante financiaba las más tremendas dictaduras. Proclamaba el pluralismo, pero cada vez que se elegía un gobierno mediante el pluralismo, era derrocado.

Venezuela parecía la excepción. Allí alternaban gobiernos civiles de los dos grandes partidos. Aunque Perry Anderson sostiene, en cambio, que en Venezuela no hacía falta dar golpes porque aquella alternancia, lejos de expresar una democracia profunda, era la que garantizaba la renta petrolera de las multinacionales. Contra esa parodia se rebeló Hugo Chávez en 1992, y luego triunfó en al menos 12 elecciones.

Estados Unidos condenaba la lucha armada, pero en 1970 triunfó en Chile Salvador Allende por la vía electoral. Nacionalizó los recursos, luchó contra los monopolios e inició una reforma agraria y mayor distribución de la riqueza. Pese a ser una democracia como la que EE UU proclamaba proteger en todo el mundo, la CIA y el Departamento de Estado desplegaron una estrategia de desestabilización, creación de malestar, enfrentamiento entre sectores medios y trabajadores y desabastecimiento de productos esenciales. Finalmente derrocaron al gobierno democrático. Treinta años después, desclasificaron sus documentos secretos donde reconocen haber financiado la desestabilización y el golpe de Estado.

Queda demostrado que lo que estaba en juego no eran la libertad ni la democracia, que funcionaban a pleno, sino los intereses monopólicos de origen estadounidense y el papel que América Latina debería jugar en la reconfiguración del capitalismo que tenía lugar por aquellos años. Debían impedir a cualquier precio, y con carácter aleccionador, que una experiencia semejante fuera exitosa y pudiese extenderse por la región.

Podría utilizar el resto de esta columna para formular la crónica de los últimos acontecimientos de Venezuela y dar toda la explicación institucional que justifica la decisión del Tribunal Superior y dista absolutamente de la noción de golpe. Baste con decir que si la Asamblea Nacional, con mayoría opositora, desincopora a los diputados elegidos irregularmente por el estado de Amazonas, saldría del desacato y recuperaría de inmediato la plenitud de sus funciones. A lo que se agrega la decisión del Consejo de Seguridad de revisar la medida y reconvocar al diálogo con la oposición.

Prefiero terminar diciendo que la compleja situación de Venezuela admite opiniones diversas. Lo que no admite es no ver lo que está realmente en juego. No se trata de una formalidad procesal, sino de quién se apropia de su renta petrolera.

Venezuela atesora la mayor reserva de hidrocarburos del planeta: 297.000 millones de barriles. Por su parte, EE UU, con menos del 4% de la población mundial consume casi un 30% del petróleo, un cuarto del cual es provisto diariamente por Venezuela. Renovando, como antaño, el carácter aleccionador de su ofensiva, el capital financiero globalizado no está dispuesto a permitir ni en Venezuela ni en ninguno de nuestros países, que se sostengan gobiernos populares que disputen la apropiación de esa renta en defensa de sus pueblos. Como sucedió con la experiencia chilena, el éxito de uno solo de ellos podría extenderse, insoportablemente, sobre toda la región. Eso es lo que está en juego, y el poder está tratando de impedirlo a como dé lugar.

Por eso, no debemos esperar a que el Departamento de Estado reconozca dentro de algunos años que fue quien preparó exhaustivamente y financió el desabastecimiento y la desestabilización de nuestros gobiernos populares. En las antípodas de Macri y Temer, el campo popular debe solidarizarse y respaldar la autodeterminación de Venezuela y el control soberano de sus recursos estratégicos.

22 julio, 2017

La guerra sucia del gobierno español contra la democracia venezolana - Ángeles Diez



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Ángeles Diez*
La política española se nos presenta siempre llena de paradojas, simulacros y sobreactuaciones. Muchas de ellas son puestas en escena para tratar de convencer a los súbditos españoles de que además de utilizar las administraciones para lucrarse se ejerce algo parecido a lo que en otros sitios se conoce como gestionar lo público y defender los intereses nacionales.
Pero cuando se analiza, incluso superficialmente, la política exterior en relación a Venezuela, nos encontramos con tal cantidad de incongruencias y sinsentidos que sólo cabe pensar que hay un guión previo escrito y/o encargado desde fuera, o lo que viene a ser lo mismo, que nuestra política exterior está subordinada a los intereses del imperio estadounidense ¿Cómo explicar si no que el ministro de Asuntos Exteriores dé validez a un plebiscito organizado por la oposición venezolana sin ningún tipo de garantías y sin respaldo del Consejo Nacional Electoral, sin censo electoral, con la quema posterior de los votos, con observadores que reconocen haber cobrado de los convocantes, etc. al mismo tiempo que el gobierno español declara ilegal la consulta catalana? ¿Cómo explicar que, estando el gobierno venezolano y su presidente reconocidos como legítimos por el Estado español, el Sr. Dastis, ministro de asuntos exteriores, declare que “no es una democracia”? ¿Cómo interpretar que tras la entrevista con su homólogo estadounidense, Rex Tillerson, afirme que “hay que seguir aumentando la presión para que Venezuela vuelva a ser una democracia”1?
Cualquier persona sensata podría aplicar un sencillo cuestionario que le ayudara a entender que en Venezuela se libra una de las batallas más importantes de una Guerra Mundo liderada por EEUU, y que el gobierno español no es sino un vasallo servil al servicio de la lógica imperialista. Sin duda, primero tendría que hacer un esfuerzo de desintoxicación informativa para que lo evidente no quedara neutralizado por la propaganda mediática que ingerimos diariamente. Pero en realidad bastaría con aplicar a los medios de comunicación masivos los mismos criterios y sospechas que tenemos sobre ellos cuando dan noticias sobre nuestro propio país. Veamos cuál sería este cuestionario:
1.- ¿A qué se debe que la potencia bélica más grande del mundo (800 bases militares distribuidas por todo el mundo, el presupuesto militar más alto del planeta, 200.000 soldados desplegados en 100 países)2 declare con un decreto ejecutivo que Venezuela es una “amenaza inusual y extraordinaria”, un país que no tiene bases militares fuera de su territorio y cuyo ejército ocupa el puesto 62 en el ranking mundial?
2.-¿Qué recursos naturales y morales posee Venezuela que la convierten en una amenaza para el imperio y sus socios?
3.- Si Venezuela es una dictadura cómo es que desde que Chávez ganó la presidencia (1999) se hayan celebrado más de 20 elecciones, y que el Centro estadounidense Carter, que actúa como observador en procesos electorales, haya reconocido su sistema electoral como uno de los más limpios y transparentes del mundo, que el gobierno bolivariano de Nicolás Maduro ocupe un puesto destacado en las principales Comisiones de Naciones Unidas donde se necesita ser elegido por votación (Venezuela tiene el mandato simultáneo de siete Comisiones incluida la presidencia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU hasta el 2018).
4.- Sólo en enero de 2017 se registraron en México 1.938 homicidios3, de marzo de 2016 a marzo del 2017 fueron asesinados en Colombia un total de 156 líderes sociales y defensores de derechos humanos4; a qué se debe entonces que los medios masivos sólo hablen de la violencia en Venezuela y que el ministro de asuntos exteriores español diga que la situación en Venezuela es insostenible?
5.- Si la situación en Venezuela es tan insostenible, cómo es que su tasa de emigrantes es la más baja de américa latina (0,4% frente al 11,8% de México por ejemplo), la tasa de desempleo esté en el 6% (en España es del 20,9%), que junto con Cuba Venezuela sea el país menos desigual del continente (España es el país más desigual de la OCDE), que no haya personas desnutridas (En España la población en riesgo de pobreza es del 28,3%), que la mortalidad infantil se encuentre por debajo de la media regional y que no haya periodistas asesinados ni desapariciones forzosas?5
Cuando intentamos responder a estas cinco preguntas la primera conclusión es que los ataques actuales del gobierno español a Venezuela tienen otras razones distintas a las esgrimidas públicamente y que dichas razones están lejos de cualquier interés por la paz o la mejora de las condiciones de vida del pueblo venezolano.
Hasta hace poco, el tema venezolano había formado parte de la política interna nacional. El show electoral español ha condicionado la agenda de todos los partidos políticos del espectro tanto de derechas como de izquierdas. Así, una vez consolidada la criminalización mediática, Venezuela ha sido un arma arrojadiza para acusar de populistas, radicales y autoritarios a Podemos, pero también para éstos ha sido un lastre incómodo del que tratar de zafarse continuamente en aras de una razón instrumental de dudoso calado moral. La mayoría de los partidos políticos de ámbito nacional con opciones electorales se han posicionado abierta o tímidamente, por activa o por pasiva, en la lógica de la guerra sucia contra el gobierno bolivariano.
El doble papel de servir a las campañas electorales al tiempo que se hacía el servicio a Estados Unidos irradiando la imagen negativa de Venezuela ha sido la tónica dominante en la política española.
Pero en estos momentos hay elementos que indican que el gobierno español ha asumido un papel mucho más activo en la guerra sucia contra Venezuela y especialmente, como ya hizo en su día con Cuba, para influir en los gobiernos europeos. Ha aumentado la frecuencia de los pronunciamientos contra el gobierno bolivariano, ha subido el tono y se ha convertido en el portavoz de las tesis golpistas de la oposición venezolana, los medios de comunicación españoles han radicalizado su campaña tóxica y, en general, unos y otros están reproduciendo punto por punto la propaganda estadounidense.
Todo apunta a que los principales actores políticos españoles están cumpliendo el encargo de crear las condiciones para que tanto la opinión pública española como la europea sean favorables a una intervención armada. Baste como ejemplo las declaraciones del dudosamente democrático expresidente Felipe González afirmando que no se debe celebrar una Asamblea Constituyente en Venezuela. Un exmandatario que no puede ocultar sus excelentes relaciones e intereses compartidos con la oligarquía venezolana y que no ha dudado en hacer causa común con el expresidente Aznar en contra del gobierno bolivariano6.
En el caso de Estados Unidos es evidente que en la actual escalada bélica, doblegar a Venezuela es un objetivo priorizado si se valora uno de los posibles escenarios previstos por los think tank: Una conflagración con otras potencias con equivalente potencia militar como Rusia. Para este escenario se presenta como necesario recuperar zonas de influencia y control de fuentes de energía y abastecimiento, a saber, el considerado por los políticos estadounidenses “patio trasero latinoamericano”.
Venezuela es una pieza clave desde esta perspectiva ya que la propia página oficial de la CIA señalaba, en el año 2015, que Venezuela era el país con más reservas de petróleo comprobadas en el mundo (18 % del total), y por supuesto con grandes reservas de gas, recursos hídricos y minerales raros.
Hay otro factor importante que nunca veremos reflejado en ningún análisis de los tanques pensantes y es que también en Venezuela se encuentran hoy en día importantes recursos morales: la defensa de su soberanía e independencia política, la integración regional basada en criterios de cooperación, el apoyo a las causas justas como la Palestina, un proyecto de igualdad y justicia social de carácter socialista… Podríamos decir que después de la resistencia heroica de Cuba, el testigo ha sido tomado por los venezolanos.
Todos los datos objetivos señalan que desde hace tiempo se ha puesto en marcha la guerra sucia contra Venezuela, que con el presidente estadounidense B. Obama apretó el acelerador y con Donald Trump continúa cumpliendo el plan trazado de la intervención. En abril de este año el almirante estadounidense jefe del Comando Sur, Kurt Tidd dijo ante el Comité de Servicios Militares del Senado de Estados Unidos que la situación en Venezuela estaba empeorando y que esto podría desencadenar una “crisis humanitaria que requeriría una intervención a nivel regional”, después tuvo que aclarar que no estaba hablando de una intervención militar pero no cabe duda de que sus palabras avalan lo que la oposición denomina Hora Cero para Venezuela.
La resistencia del pueblo venezolano defendiendo su democracia a pesar de la guerra económica, el no haber conseguido quebrar al ejército bolivariano, los repetidos intentos del gobierno de Nicolás Maduro por abrir cauces de diálogo y su propuesta de Asamblea Constituyente como estrategia para derrotar pacíficamente a la oposición golpista, han acelerado la hoja de ruta de la intervención que responde, con grandes similitudes a la que se dio en Chile previo al golpe de Pinochet, a las siguientes pautas: 
1.-aumentar el nivel de violencia y provocación tanto de la Asamblea Nacional en desacato como de los grupos paramilitares que actúan en las calles, 2.-conformar un gobierno paralelo legitimado por organismos internacionales controlados por EEUU y por países afines, 3.- conseguir una masa crítica con el plebiscito fraudulento del 16 de julio, 4.- obstruir y sabotear la administración pública para colapsar la prestación de bienes y servicios, 5.- aumentar la presión económica y financiera hasta reventar definitivamente la economía, 6.- campañas sistemáticas de desinformación, post-verdad y fake news, 7.- preparar huelgas y paros en servicios, transporte y sector petrolero, 8.- boicotear la entrada en el país de alimentos y medicinas, paralizar las importaciones, 8.- incrementar las noticias sobre violación de DDHH, crisis humanitaria etc., 9.- crear un gobierno de transición con el reconocimiento de la OEA y algunos gobiernos europeos, especialmente el español.
No se trata de una nueva forma de Guerra sucia. Tanto la secuencia de los acontecimientos como el tipo de acciones ya se han aplicado repetidamente en el entorno latinoamericano: golpes de Estado, intervenciones militares, financiación de paramilitares, opositores y contrainsurgencia, guerra sicológica, golpes blandos, intervención humanitaria… El protocolo de aislar, demonizar e intervenir sigue cumpliéndose con distintos niveles de complejidad. La diferencia es que la resistencia del pueblo venezolano está obligando al imperialismo a complejizar y diversificar las formas de intervención.
Si en el caso de EEUU parece claro los intereses que están detrás y por qué se está priorizando la agresión a Venezuela ¿Qué mueve al gobierno español a sumarse tan activamente a este plan bélico? Basten algunos datos para argumentar que, dado que en estos momentos no hay elecciones a la vista, las razones hay que buscarlas en otro lado.
Tras la incorporación de España a la OTAN en 1982 se firmó el Convenio de Cooperación para la defensa (1988), con varias ratificaciones y enmiendas, que desembocaron en el impulso de la Nueva Agenda Trasatlántica (1995), el reforzamiento de las relaciones bilaterales a partir del 2001 cuando se firmó con la Secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, una Declaración Conjunta que supuso un salto cualitativo en las relaciones bilaterales profundizándose nuestra dependencia de EEUU no solo a nivel político, sino también en el ámbito de la defensa y la seguridad, en materia de cooperación económica y financiera, científica, industrial, tecnológica y cultural.
A partir de la presidencia de Obama y después de un pequeño enfriamiento por la retirada de las tropas españolas de Irak, las relaciones bilaterales con Estados Unidos se volvieron a intensificar. Se produce el encuentro de Rajoy y Obama en Washington (enero 2014), viajes continuos de distintos ministros, viaje oficial de los Reyes, visita del secretario de Estado John Kerry y el secretario de Defensa Ashton Carter a España, etc.
El propio Ministerio de Asuntos exteriores afirma en su página web que se trata de un aliado con el que “pocos países en el mundo tienen unos vínculos históricos, culturales y lingüísticos tan fuertes y con el que compartimos los mismos valores democráticos e intereses geoestratégicos”7. Cualquiera que sepa leer entre líneas verá que la relación entre un país como España sin recursos naturales significativos, con un endeudamiento exterior que sobrepasa el PIB, con una alta dependencia de recursos energéticos, etc. No puede ser una relación entre iguales sino una relación subordinada y dependiente.
Para Estados Unidos acabar con el gobierno venezolano tiene rango de política Estado, forma parte de la Guerra Mundo que la administración estadounidense explicita como “defender los intereses norteamericanos en cualquier parte del mundo” Un imperio por muy decadente que sea, o por muy disminuido que esté su poder, no puede hacer otra cosa que extender la guerra para mantener su hegemonía. Por otro lado, el imperialismo no es sino la forma que adopta la expansión capitalista y en estos momentos Venezuela constituye uno de sus más importantes obstáculos. La guerra que se libra contra Venezuela es pues una guerra que nos compete a todos ya que es sólo una de las partes más visibles de la Tercera guerra mundial que ya está en marcha.
En el caso del gobierno y el Estado español su posicionamiento activo y beligerante a favor de la hoja de ruta estadounidense forma parte del servilismo, la incapacidad y subordinación de nuestra clase política.
En esta guerra contra el pueblo venezolano y su gobierno no cabe la equidistancia, ni la neutralidad, ni las buenas intenciones. Sólo cabe desenmascarar y denunciar el papel de España, y apoyar los esfuerzos heroicos de un país por defender su independencia y soberanía que en estos momentos ha de ser la bandera que nos una a todos contra el imperialismo.

*Doctora en CC. Políticas y Sociología, profesora de la Universidad Complutense de Madrid, miembro del Foro Contra la Guerra imperialista y la OTAN. Julio 2017
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Notas:
1  El Mundo, 29/ 06/ 2017 
2  HispanTV, 
3 El animal político, El 2017 tiene el arranque más violento del que haya registro
4 El País.com.co, 156 líderes sociales fueron asesinados en 14 meses en Colombia: Defensoría, 
5 Todos los datos, tanto para España como para Venezuela son del 2015 y de fuentes oficiales, del INE, de la OCDE en el caso de España y de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) de Naciones Unidas para Venezuela.
6 El Mundo, Felipe González y Aznar, unidos para pedir la liberación de los presos políticos en Venezuela, 16/02/2017, 
7  Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación,